domingo, febrero 5, 2012
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![]() La primera es una imagen cuyo autor registró como propiedad intelectual, y la segunda fue creada posteriormente por alguien diferente. No hay duda de que ambas imágenes tienen elementos en común (el bus rojo y el fondo gris), pero ganar un caso en la corte del Reino Unido diciendo que la segunda imagen no se deba publicar porque viola los derechos de autor de la primera, para mi ya es pasarse de la raya y al borde de lo ridículo... Con este precedente, si alguien por casualidad ha registrado con Derecho de Autor una imagen de La Torre de Pisa, cuidado con repetir una imagen similar, porque literalmente podrías ser multado o incluso pasar unos cuantos días en la cárcel con otros "criminales" como tu. Noten que esto afectaría no solo a fotografías, sino que a videos, e incluso diseños de ropa o de comida, entre miles de otros casos... ¿Hasta dónde llegaremos con estas absurdas interpretaciones de leyes? ¿Tendremos que esperar a que los jueces y legisladores actuales se retiren y sean reemplazados por quienes hoy día son los jóvenes viviendo estos turbulentos tiempos legales? fuente 1 fuente 2 autor: josé elías |
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"Ese diálogo entre el racionalismo y el budismo en lo personal me suena a un cuento que leí cuando niño acerca de unos monjes ciegos que se acercaron a un elefante para saber cómo era.
Uno agarró las orejas y dijo que el elefante era como un abanico, otro agarró la cola y dijo que era una cuerda, otro agarró la trompa y dijo que era como una gran serpiente, otro agarró el lomo y dijo que era una pared.
Nunca terminaron de determinar como era el elefante porque cada uno se aferraba a su pedacito de verdad. Todos tenían razón y estaban equivocados a la vez.
Si es cierto que somos científicos, se supone que debemos aceptar el principio de que cualquier tesis es válida hasta que surja una nueva antítesis que la eche por tierra. Esto es verdad hasta con las filosofías, ¿o no?"
Uno agarró las orejas y dijo que el elefante era como un abanico, otro agarró la cola y dijo que era una cuerda, otro agarró la trompa y dijo que era como una gran serpiente, otro agarró el lomo y dijo que era una pared.
Nunca terminaron de determinar como era el elefante porque cada uno se aferraba a su pedacito de verdad. Todos tenían razón y estaban equivocados a la vez.
Si es cierto que somos científicos, se supone que debemos aceptar el principio de que cualquier tesis es válida hasta que surja una nueva antítesis que la eche por tierra. Esto es verdad hasta con las filosofías, ¿o no?"
en camino a la singularidad...
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