jueves, junio 16, 2011
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El título que originalmente le iba a dar a este editorial era "Editorial Eliax: Cuando la patentes inhiben en vez de formentar innovación", pero en último minuto decidí que era mejor el título actual, y en los próximos párrafos espero poder explicar por qué...
El propósito (ideal) detrás de las patentes es en realidad bastante noble: Las patentes fueron creadas como una forma de incentivar la innovación y premiar los esfuerzos de los inventores. Es decir, si tu tenías una gran idea de algo que nadie más había hecho antes, la idea es que tuvieras el derecho de obtener una patente por tu invento, y después que gozaras de los beneficios de tu intelecto cuando tu patente se convirtiera en un producto o servicio de beneficio para la humanidad. Y noten, que por al menos un par de siglos esa visión original se convirtió en uno de los más potentes motores de la toda la historia de la humanidad para incentivar la imaginación y el desarrollo de ciencias, tecnologías y todo tipo de ocios, haciendo nuestras vidas más placenteras y felices. Debido a eso yo mismo he sido un gran apoyador del sistema de patentes, pues como toda persona con una buena idea, me gustaría ser recompensado por mis esfuerzos. Sin embargo, algo ha estado sucediendo en los últimos años que está corrompiendo los mismos cimientos e ideales sobre las cuales se fundaron los modelos de patentes actuales. El problema es en realidad una serie de problemas, pero que se pueden reducir a una sola cosa: Hoy día estamos llegando a un punto en donde las patentes no se están utilizando como una forma de protección al inventor, sino como una forma de evitar que otros inventores hagan otros inventos. Es decir, una cosa es que obtenga una patente para que alguien no copie mi idea por un determinado período de tiempo, otra es que utilice mi patente para evitar que otro haga algo diferente a lo mío, amparándome en que el invento del otro utiliza un componente ideado por mi. El gran problema con todo esto, obviamente, es que existe un gran área gris en donde es difícil (ante los ojos exactos de leyes escritas) decidir si un nuevo invento es algo similar a algo existente o verdaderamente es algo innovador. Para que entiendan mejor a lo que me refiero, utilicemos un ejemplo. Digamos que un estudiante brillante de alguna universidad decide crear su propia compañía de celulares inteligentes para competir contra iPhone y Android, y que lo que él planea hacer es algo totalmente diferente y revolucionario a lo que llamará el IrixPhone (lean aquí sobre el IrixPhone), un dispositivo que desplegará imágenes directamente a la retina de las personas y que utilizará una serie de gestos e incluso comandos capturados desde la región del habla del cerebro para obtener comandos del usuario. Esto, bajo todo el sentido de la palabra de la persona promedio, sería algo totalmente nuevo y novedoso, y merecedor de una patente. Sin embargo, la realidad es otra. Sucede que nuestro estudiante no puede construir su IrixPhone, debido a que existen patentes que gobiernan el uso de pantallas que despliegan información en los ojos, patentes sobre gestos, patentes sobre comunicación cerebral, patentes sobre la forma en que se despliega la información en la pantalla, patentes en el sistema de comunicación, etc. Tan solo para arrancar con su idea este estudiante posiblemente se vea ante la realidad de pagar decenas de millones de dólares en patentes, aun su idea sea algo totalmente novedoso. Y eso nos lleva a uno de los problemas actuales: El sistema actual de patentes está favoreciendo cada vez más a las grandes empresas, y creando fuerte barreras para la entrada de pequeñas empresas en el mercado, en efecto desacelerando el ritmo de innovación. El problema se está haciendo tan grave, que el tener patentes se ha tornado en un negocio en sí mismo, en donde se generan bienes no por los inventos que permiten hacer esas patentes, sino que por las patentes en sí. Un ejemplo actual es lo que sucedió hace una semana entre Apple y Nokia. Apple accedió a pagarle a Nokia una suma no revelada como concepto de poder utilizar sus patentes en el iPhone. Según expertos en la materia, esto podría significar para Nokia sobre los US$500 millones de dólares al año, solo por concepto de patentes. En otras palabras, Nokia no está utilizando esas patentes como protección para sus productos, sino que como artículo de negociación para hacer dinero por las patentes en sí. Esto ha dado paso a un nuevo tipo de empresas, las llamadas "Patent Trolls". Estas son empresas, generalmente lideradas por firmas de abogados, cuya única razón de existir (y única forma de ingreso) es comprar o generar patentes, y después utilizar esas patentes para amenazar a cientos de empresas con tales patentes y obtener pagos sustanciales. Y hablamos de patentes tan triviales como (para ilustrar) la del simple hecho de presionar una tecla. Y lamentablemente, estas empresas en muchos casos ganan sus demandas en cortes ya que sencillamente las leyes están estructuradas para proteger cualquier patente de cualquier tamaño o utilidad de forma por igual, haciendo imposible en la mayoría de los casos perder la pelea. Pero peor aun, estos Patent Trolls apuntan sus armas a pequeñas empresas, las cuales aun pudieran defenderse exitosamente, no lo hacen por la sencilla razón de que les costaría más dinero pagar a una buena firma de abogados que los represente, que a simplemente acceder a la demanda de los Patent Trolls y pagar un monto único o comisiones por el uso de tales patentes. En otras palabras, el mundo de las patentes está pasando de ser un instrumento de innovación a ser un instrumento de intimidación y negociación. Y si quieren ver el ejemplo más extremo: Hoy día se estima que el 20% de nuestros propios genes han sido patentados (fuente). Cómo alguien puede patentar los genes con los cuales ya nacemos, es algo que escapa mi imaginación, pero es la realidad y eso ya está teniendo un efecto en investigación de avanzada, en donde muchos laboratorios ya no pueden hacer investigaciones con genes ya patentados por otros laboratorios. Sin embargo, no asuman por todo lo que he escrito hasta el momento que estoy ahora totalmente en contra de patentes. Lo que estoy sugiriendo es que ha llegado la hora de hacer fuertes reformas a los sistemas de patentes actuales, con el propósito de encausar el proceso al camino original en donde la visión era incentivar la innovación. Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Pues la verdad es que este es un tema difícil que requiere de un buen debate (y ojalá que este artículo sirva para iniciar uno), pero para iniciar, creo que una buena sugerencia sería la de acortar considerablemente el tiempo otorgado a las patentes. Hoy día en muchos países hablamos de que una patente dura 17 años o más. Creo que si acortamos sustancialmente ese tiempo, eso presionará a los inventores a que hagan algo sustancial con la idea lo más rápido posible, o la pierdan al dominio público para siempre. Hablo de un período de quizás 5 a 6 años desde la fecha en que se aplicó por la patente (no desde la fecha en que se otorgó la patente). Obviamente esto requeriría además de reforma en el sistema de review de patentes en las distintas oficinas de patentes del mundo, en donde se deberá acortar considerablemente el tiempo de espera (hoy día es normal esperar incluso 5 años para que uno obtenga una patente). Otra sugerencia es la de poner más fuerza en "patentes obvias" para no otorgarlas. Por "patentes obvias" me refiero a patentes que aunque quizás tengan un caracter inventivo, es algo que cualquier experto en la materia inventaría lo mismo para resolver el mismo problema. Como ejemplo, ¿sabían que las teclas con los nombres de "Page Up" y "Page Down" (encima de las teclas del cursor en la mayoría de teclados de PC de hoy día) están patentadas por Microsoft? Así mismo por increíble que parezca existen patentes sobre el simple hecho de representar un punto como un pixel en una pantalla LCD. Así mismo existen patentes sobre el hecho de dibujar un botón en una pantalla para uno poder presionarlo (como por ejemplo, en las teclas de hacer llamadas en un iPhone). Ese tipo de "inventos" sencillamente no se debería permitir que se patentaran, y noten que estoy consciente de que existen facilidades en el sistema de patentes para evitar este tipo de patentes, pero mi punto es que hay que ser muchísimos más exigentes a la hora de otorgar una patente. Otra medida que quizás se pueda sugerir es que sea obligatorio el compartir patentes con terceros después de X tiempo (¿3 años?), con tal de que el inventor sea remunerado adecuadamente, en donde el monto "adecuado" debe ser negociado por ambas partes, y en el evento de que no se llegue a un acuerdo entonces un comité formado por expertos y una dependencia de la rama judicial calcularía un monto a pagar. Esto permitiría que otros inventos que dependen de la nueva invención lleguen al mercado y sus beneficios sean disfrutados por la sociedad. Así mismo pone más presión en sacar productos reales basados en patentes, en vez de almacenar tales patentes por plazo indefinido con el objetivo de demandar a cualquiera que las re-descubra independientemente. Otra cosa que se me ocurre es la de restringir o incluso prohibir la existencia de empresas que se dedican exclusivamente a negociar patentes y demandar empresas por el uso de estas. Es decir, poner fin al negocio de los Patent Trolls. No se qué tan factible sea hacer esto, pero al igual que nos iría mejor sin especuladores de intercambio de monedas, así mismo creo que nos iría mejor sin estos chupasangres. Noten que todas estas sugerencias las hago aun dudando yo mismo de si estoy en lo correcto, pero aun así, espero con ansias sus comentarios, así como ver eventualmente qué proponen los gobiernos y distintos grupos al respecto en los próximos años, pues de esto seguir eso no cabe duda que llegaremos a un punto en donde será casi imposible innovar sin ser acosados, y cuando lleguemos a ese extremo es cuando nuestra bomba de tiempo de patentes estallará... autor: josé elías |
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en camino a la singularidad...
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+1 Buenisimo articulo